Los tratamientos Kobido se basan en una técnica de masaje ancestral japonesa, conocida por su efecto lifting y reafirmante. El Dr. Shogo Mochizuki, maestro de la vigésima sexta generación de la Casa Kobido, explica: "Kobido no es la traducción de 'masaje japonés', sino que significa 'forma antigua de belleza'. En realidad, el masaje japonés no tiene nombre y hay muchas formas de practicarlo. Las técnicas de la Casa Kobido son simplemente las más antiguas y famosas. "

Este saber hacer manual, acompañado de acupresiones, actúa sobre la microcirculación, los tejidos superficiales, los músculos y reactiva el colágeno. Como resultado, una piel levantada y refrescada recupera la luminosidad y una textura suave y sedosa. Los masajes se realizan con bálsamos o con aceites esenciales mezclados con aceites vegetales.

Dependiendo del tipo de piel, propongo para mis masajes uno de los tres bálsamos de Cosmydor. Me encanta su ingrediente clave común, la manteca de karité, presente en cada bálsamo y excelente para regenerar nuestra piel.

Para preparar la piel, la limpio de sus impurezas, luego aplico toallas calientes para que los productos activos hagan efecto para un bienestar y un confort óptimos. Trabajo y caliento la piel en la superficie, luego el ritmo se acelera. Tocar, pellizcar, escurrir, todo se une, es como una gimnasia, para que los músculos profundos se estimulen. Los bálsamos aportan riqueza a esta materia viva que es nuestra piel, para un resultado inmediato. El tratamiento dura unos 50 minutos, para terminar con una acupresión de 10 minutos. Una vez terminado el tratamiento, hago una pequeña limpieza de la piel con el limpiador facial de cardamomo o el limpiador facial de Ylang-Ylang, y procedo a una hidratación profunda con una de las cremas faciales de la marca elegida según el tipo de piel.

El trabajo en simbiosis entre el facialista y los tratamientos Cosmydor aporta bienestar y confort a una mujer naturalmente bella.

Encuentre a Delphine Ehrart: https://www.instagram.com/delphine.ehrhart/