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HACER QUE LAS ARTES VENZAN A LA HOMOGENEIDAD IMPULSADA POR LA AI

OpenAI intenta un nuevo diseño para la Torre Eiffel

Todos los blogs se parecen cada vez más.

Todas las marcas de cosméticos se parecen cada vez más.

Todas las cafeterías se parecen cada vez más.

La lista es interminable, y hay un motivo racional detrás: los encargados de crear y validar contenidos y diseños se han visto demasiado influenciados por los algoritmos, y ahora por la IA.

No sé si tú también lo ves, pero ahora la IA de LinkedIn me pide que escriba artículos sobre temas terriblemente tediosos.

Entramos en una zona de aburrimiento si confiamos en la tecnología sólo para crear.

La IA se aprovecha de una debilidad en lo que "nuevo" realmente significa y parece para el ojo humano: según el Oxford English Dictionary: "No existente previamente; hecho o traído a la existencia por primera vez". El contenido generado por la IA parece nuevo, en el sentido de algo que no se ha visto antes, pero no es más que la media ponderada de lo que ha existido y se ha introducido en el sistema. Cada forma, color o palabra generada por la IA deriva de algo diseñado o escrito por seres humanos en el pasado.

Los contenidos generados por IA tienen sabor a novedad, huelen a novedad, pero son lo contrario de la novedad, en el sentido de verdadera creación.

Ya hemos estado sufriendo #fakenews, ahora es el momento de #fakenew.

La generación de textos, vídeos e imágenes mediante IA es extremadamente impresionante, pero hasta ahora equivale a una forma de multiplagio inteligente y sistemático. El plagio tampoco es nuevo: existe desde la Antigua Grecia y Roma. Curiosamente, en aquella época no era necesario un término especial para describir el proceso: En su lugar se empleaba "robo" / "hurto" / "ladrón". Las redes neuronales profundas y el aprendizaje automático crean una industria a partir de ello.

Aquí no hay tecnofobia: Los beneficios de la IA serán incomprensibles en ámbitos como la energía, la salud, el transporte, etc.

Pero, por favor, dejad nuestros globos oculares libres de la creación deshumanizada. ¿Qué interés tiene vivir en una Matrix? ¿Necesitamos una décima sinfonía de Beethoven generada por la IA? No: con la 9 basta, y luego que la sigan los compositores románticos. ¿Será siquiera posible generarla algún día? Apostaría a que nunca, cuando ya vemos lo diferente que es la 9ª de las anteriores y de cualquier otra pieza, con coro y voz solista añadidos por primera vez en la historia sinfónica. Una IA sólo sería capaz de generar más de lo mismo.

El mejor antídoto contra la homogeneidad impulsada por la IA se conoce muy bien y es la fuente de gran parte del progreso humano: las artes.

El arte funciona mediante cambios incrementales añadidos a la capa de lo ideado por generaciones anteriores de artistas. Puede o no ser posible gracias a las nuevas herramientas técnicas disponibles (por ejemplo, materiales, pigmentos, instrumentos, ordenadores). Esta capacidad de ir más allá y producir algo inédito o nunca visto antes es, en realidad, lo que define al genio artístico. El modernismo, el cubismo, la música dodecafónica, se basaron en expresiones anteriores, pero fueron avances creativos.

¿Por qué no podrían ser hijos de las redes neuronales artificiales? Por una razón ineludible e irreductible: los Gaudí, Picasso o Schoenberg de nuestra humanidad no sólo dominaban las técnicas del pasado y de su época y las ampliaban, sino que, lo que es más importante, estaban deseosos de expresar sus emociones de nuevas maneras. Ningún programa informático decidirá o querrá expresar sus sentimientos y empezará a buscar nuevas vías para hacerlo. Sin una dosis de dolor, o frustración, o amor, no hay posibilidad de crear nuevos canales emocionales que nos hipnoticen a los demás y nos hagan reflexionar o descubrir nuestro propio dolor, o frustración, o amor.

Según Goldman Sachs, la inversión mundial en IA en 2025 ascenderá a 200.000 millones de dólares. Solo una pequeña parte se destinará a la generación de texto, vídeo e imágenes, pero aun así cabe preguntarse si el mundo no sería un lugar mejor si se invirtieran cantidades similares en arte.

¿Por qué parece más rentable crear nuevas capacidades técnicas, cuando las formas artísticas crean un valor potencial infinito, tanto financiero como social? ¿No debería ser la belleza una prioridad política, económica y social?

En un país como Francia, los políticos intentan construir una "nación start-up" invirtiendo masivamente en tecnología, pero siguen olvidando que la primera industria del país y contribuyente a la balanza de pagos es el turismo, que es un subproducto directo de Mona Lisa y Notre-Dame.

Ninguna IA habría sido capaz de diseñar el horizonte arquitectónico de París y añadir allí algo tan improbable como la Torre Eiffel. Porque ninguna IA tendrá jamás la visión, la ambición y el empeño de un Gustave Eiffel.