CUANDO EL SENTIDO CONVERGE CON LOS SENTIDOS...

La convergencia entre el sentido y los sentidos es la propia naturaleza

La convergencia entre el sentido y los sentidos es la propia naturaleza

La propia firma de Cosmydor, "cosmética virtuosa", indica cómo la marca resume sus valores, todo un reto en el sector del cuidado de la piel, donde predomina el marketing a cualquier precio.

Esta "virtud" se define en torno a dos pilares: (i) la eficiencia de la artesanía y (ii) la belleza de la sostenibilidad. Estos pilares de la marca se detallan aquí, y a lo largo de esta revista.

Son la fuente de inspiración para el diseño de envases, para los botánicos y formuladores, para los que fabrican sus productos a mano. Se basan en un saber hacer artesanal muy particular -único en el mundo, que sepamos- y en mucho corazón. Inspiran una búsqueda constante de soluciones aún más respetuosas con el planeta en el abastecimiento de materias primas, el envasado o el transporte de los productos.

El sentido, o el significado, que promueve la marca es un consumo responsable, bello y eficiente, basado totalmente en la naturaleza y respetándola en todo momento.

Pero, ¿qué sería esta búsqueda de sentido sin el placer de los sentidos? Probablemente una idea piadosa, con poco futuro. ¿Quién querría utilizar productos con texturas pegajosas y aceitosas y olores poco favorecedores?

Todos buscamos productos para el cuidado de la piel que deleiten tres de nuestros sentidos: la vista, el olfato y el tacto. En el caso de las cremas, los sérums, las leches, los limpiadores o los jabones, se trata de texturas y fragancias lo más agradables posible.

Nuestros competidores industriales lo han entendido bien, y sus esfuerzos de investigación y desarrollo durante décadas se han centrado incluso en estos dos aspectos, en detrimento de la eficacia de las fórmulas, relevada a unos pocos porcentajes (del 3 al 5% en general) del producto final.

Cosmydor intenta constantemente conciliar el sentido y los sentidos, prohibiendo por completo las moléculas sintéticas conocidas por mejorar artificialmente, a veces a costa de la salud, las fórmulas. Más bien, hay que volver a la Naturaleza, y elegir las plantas y los extractos que proporcionarán un resultado agradable, aunque a veces inusual, al cuidado de nuestra piel.

La elección es casi infinita: sólo hay que interesarse por las increíbles virtudes de las plantas, y dedicar tiempo, mucho tiempo, a combinarlas en diferentes formas (por ejemplo, agua floral, aceite vegetal, aceite esencial), con diferentes concentraciones, diferentes técnicas de mezcla, a diferentes temperaturas, para conseguir el resultado deseado. En ese momento sentimos con fuerza esta convergencia entre los sentidos y los sentidos.